Saturday, December 27, 2008

Realismo mágico: El pan nuestro de cada día

Una noche que fui de compras con mi madre a Plaza las Américas fui testigo de una de las verdades más contundentes que escuché una vez decir a una profesora de literatura española que tuve. Lo que dijo que siempre se me quedó en la mente fue lo siguiente: en Puerto Rico vivimos el realismo mágico. No entendí del todo qué era lo que quería decir con eso, pero después de aquella noche en Plaza se me aclararon todas las dudas.

 Mientras caminábamos por los pasillos de Plaza vimos que había una concentración inusual de gente en la alfombra roja frente al kiosco de información. Al notar que mi mamá lo encontró extraño le dije que era que la gente estaba esperando a que cayera nieve. Ya yo había visto la nieve anteriormente, pero como ella no sabía que en Plaza se hacía eso, quiso quedarse los diez minutos que faltaban para la nevada y verlo por sí misma. Quince minutos más tarde (al igual que cualquier fenómeno atmosférico, la nevada no fue puntual), comenzó aquello que tanto esperaba la gente: comenzó a caer nieve. (En realidad era espuma lo que caía, pero si no le prestabas demasiada atención, parecía nieve al observador casual.) La reacción del público fue increíble. Era como si de repente les hubieran dicho que el partido de su preferencia arrasó en las elecciones o su boxeador favorito ganó por nocaut. Y todo por estar presentes vivenciando aquel momento tan surrealista en donde la nieve caía bajo techo y en medio de palmas en un mall del Caribe. Por supuesto, no podía faltar la aparición de Santa Claus saludando desde el segundo piso como si fuera Júpiter, el portador de la alegría.

Quizás el lector que no esté familiarizado con Puerto Rico y su idiosincrasia tan particular pensará que este tipo de fenómeno sólo puede ocurrir en el llamado Centro de Todo. Pero no. Antes de que existiera Plaza las Américas una mujer había hecho caer nieve en San Juan mientras fue alcaldesa…