Monday, December 13, 2010

¿Qué será de la Universidad?

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El futuro de la Universidad de Puerto Rico (UPR) jamás ha parecido tan incierto. Hoy, martes, 14 de diciembre de 2010 comienza oficialmente en la Universidad la segunda huelga del año. Esto a pesar de que todos están conscientes de que una huelga no le conviene en estos momentos a la Universidad. Pero a fin de cuentas, ¿qué otro mecanismo de presión tienen los estudiantes? En más de una ocasión la administración de la Universidad ha dejado claro que no tiene intenciones de dialogar ni de negociar nada. Insisten tercamente en mantener su posición en torno a la cuota de $800. El Tribunal Supremo acaba de emitir una decisión que regula las manifestaciones en la Universidad. El Gobernador ha dicho que va a crear un comité de asesores para enmendar la ley de la Universidad, robándole su autonomía. Y en días recientes, el recinto de Río Piedras se ha convertido en un estado policíaco.

¿Son éstas condiciones conducentes al pensamiento libre, a la creación de un ambiente seguro en donde toda idea y opinión es bienvenida? ¿La presencia de guardias armados en los pasillos de la Universidad se supone que haga a uno sentirse seguro? ¿El ejemplo que dan el Presidente de la Universidad, la Presidenta de la Junta de Síndicos, la Rectora de Río Piedras y otros administradores son reflejo de una educación universitaria, de apertura al diálogo, de amor por la Universidad o de una cultura de paz?

Por supuesto que no.

Si la huelga es el camino correcto en estos momentos, confieso que lo dudo mucho. Pero, entiendo también que para que haya cambio, es necesario que aquellos que están en el poder pasen un poco de incomodidad. Porque de lo contrario, nada pasará, si la historia nos sirve de guía. Desde la Revolución Francesa hasta la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos en la década de los sesenta, no ha habido ni un solo cambio social importante que se haya dado sin conflicto y sin incomodar al que está en el poder. Es por esto que la insistencia de la administración en que si se protesta debe ser en unos lugares especialmente designados y la Universidad debe permanecer como en un día normal hay que mirarla con mucha sospecha. Más todavía cuando la Rectora de Río Piedras, Ana Guadalupe, ha decretado que durante un mes no se podrán celebrar mítines, marchas, protestas, festivales, piquetes y otras actividades.

Desde luego, el hecho de que sea necesario alterar el orden normal de las cosas para lograr que el malestar generalizado de la comunidad universitaria se sienta donde se debe sentir, no quiere decir que se le niegue a nadie el derecho de diferir, como han querido hacer ver el gobierno y la administración de la UPR. Pero, no se puede pretender que, dadas la circunstancias, se continúe con un día normal como si nada estuviera pasando. Eso lo que crea es precisamente eso: la ilusión de que no está pasando nada y que el que protesta lo hace sin razón alguna.

Espero sinceramente que no se repita el derramamiento de sangre que se ha visto en la UPR durante las protestas estudiantiles de la segunda mitad del siglo XX. Pero lamentablemente, después de hoy, cualquier cosa puede pasar.

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