Monday, December 20, 2010

¡Basta ya!

In English

Desde Río Piedras están saliendo imágenes y noticias que me han dejado con una mezcla desagradable de sentimientos. La tristeza, el coraje, pero sobre todo el sentimiento abrumador de impotencia son muy fuertes. La tentación es intentar algo de distracción; cambiar el canal, la página de internet, acostarme a dormir, lo que sea por tal de no tener que enfrentar ese sentimiento de no poder intervenir para que cese la violencia y que los elementos represivos que se han apoderado de la Universidad de Puerto Rico la dejen en paz. Pero siento que tratar de ignorar lo que está pasando en Río Piedras y Hato Rey sería un acto de indiferencia que me robaría la humanidad, que me llevaría un paso más cerca a convertirme en un ser monstruoso incapaz de sentir el dolor de otros puertorriqueños. No de otras personas; de otros puertorriqueños. Siento que estaría satisfaciendo el estereotipo del puertorriqueño dormido, indiferente, pendiente a lo suyo solamente, que no acaba de despertar para tomar acción y decir "basta ya."

Me rehúso a caer dentro de ese estereotipo. Me rehúso a convertirme en un ser monstruoso incapaz de simpatizar con otros puertorriqueños, de la manera en que lo han hecho los que dirigen el País, personas como el gobernador Luis Fortuño, con su discurso asqueante de hace unos días; su secretario de la gobernación, Marcos Rodríguez-Ema, con sus exabruptos violentos hacia los que piensen distinto a él; el Presidente de la Universidad, José Ramón De la Torre, la Presidenta de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera y la Rectora de Río Piedras, Ana Guadalupe, quienes en su monumental incapacidad para realizar sus trabajos y su apatía hacia la Universidad permiten el uso de la fuerza bruta estatal para dizque mantener orden y seguridad en los recintos; los jueces del Tribunal Supremo, quienes se atrevieron a decir que la Universidad es un espacio semi-público y que por lo tanto, sus administradores pueden decidir como ellos quieran cuáles expresiones son permitidas, dónde y cuándo. Me rehúso a cerrar los ojos ante estas cosas.

Que nadie se equivoque; lo que se ha visto hoy es un acto de represión estatal para callar la disidencia, elemento indispensable para que exista la democracia. No se puede tolerar semejantes barbaridades en Puerto Rico. Quienes han permitido y apoyado la suspensión de derechos civiles y la violencia esencialmente cobarde hacia estudiantes sin armas, sin armadura y en cantidad mucho menor que los agentes que el estado ha desplegado en los recintos no se merecen que se les continúe teniendo en alta estima. Le han fallado de la peor manera posible a quienes juraron defender, traicionándolos sin pensarlo dos veces. A usted, querido lector, y a mí.

Es por esto que mientras dure esta nefasta administración, me dedicaré a denunciar lo que se tenga que denunciar y haré todo lo posible para que el mundo se entere de que en Puerto Rico existe ahora mismo un gobierno de facto neofascista, autoritario y déspota. Si usted que está leyendo esto también cree que este gobierno se ha excedido en sus poderes, lo invito a que haga lo mismo. Comparta noticias, vídeos, y este y otros blogs para regar la voz sobre los atropellos que se ven a diario en el País. Creo firmemente que todos podemos ser agentes de cambio desde una posición no violenta, pero siempre indomable e intachable.

¡Qué vivan los estudiantes! Somos lo mejor que le queda al País.

Monday, December 13, 2010

¿Qué será de la Universidad?

In English

El futuro de la Universidad de Puerto Rico (UPR) jamás ha parecido tan incierto. Hoy, martes, 14 de diciembre de 2010 comienza oficialmente en la Universidad la segunda huelga del año. Esto a pesar de que todos están conscientes de que una huelga no le conviene en estos momentos a la Universidad. Pero a fin de cuentas, ¿qué otro mecanismo de presión tienen los estudiantes? En más de una ocasión la administración de la Universidad ha dejado claro que no tiene intenciones de dialogar ni de negociar nada. Insisten tercamente en mantener su posición en torno a la cuota de $800. El Tribunal Supremo acaba de emitir una decisión que regula las manifestaciones en la Universidad. El Gobernador ha dicho que va a crear un comité de asesores para enmendar la ley de la Universidad, robándole su autonomía. Y en días recientes, el recinto de Río Piedras se ha convertido en un estado policíaco.

¿Son éstas condiciones conducentes al pensamiento libre, a la creación de un ambiente seguro en donde toda idea y opinión es bienvenida? ¿La presencia de guardias armados en los pasillos de la Universidad se supone que haga a uno sentirse seguro? ¿El ejemplo que dan el Presidente de la Universidad, la Presidenta de la Junta de Síndicos, la Rectora de Río Piedras y otros administradores son reflejo de una educación universitaria, de apertura al diálogo, de amor por la Universidad o de una cultura de paz?

Por supuesto que no.

Si la huelga es el camino correcto en estos momentos, confieso que lo dudo mucho. Pero, entiendo también que para que haya cambio, es necesario que aquellos que están en el poder pasen un poco de incomodidad. Porque de lo contrario, nada pasará, si la historia nos sirve de guía. Desde la Revolución Francesa hasta la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos en la década de los sesenta, no ha habido ni un solo cambio social importante que se haya dado sin conflicto y sin incomodar al que está en el poder. Es por esto que la insistencia de la administración en que si se protesta debe ser en unos lugares especialmente designados y la Universidad debe permanecer como en un día normal hay que mirarla con mucha sospecha. Más todavía cuando la Rectora de Río Piedras, Ana Guadalupe, ha decretado que durante un mes no se podrán celebrar mítines, marchas, protestas, festivales, piquetes y otras actividades.

Desde luego, el hecho de que sea necesario alterar el orden normal de las cosas para lograr que el malestar generalizado de la comunidad universitaria se sienta donde se debe sentir, no quiere decir que se le niegue a nadie el derecho de diferir, como han querido hacer ver el gobierno y la administración de la UPR. Pero, no se puede pretender que, dadas la circunstancias, se continúe con un día normal como si nada estuviera pasando. Eso lo que crea es precisamente eso: la ilusión de que no está pasando nada y que el que protesta lo hace sin razón alguna.

Espero sinceramente que no se repita el derramamiento de sangre que se ha visto en la UPR durante las protestas estudiantiles de la segunda mitad del siglo XX. Pero lamentablemente, después de hoy, cualquier cosa puede pasar.